jueves, 19 de noviembre de 2015

El poder de los conciertos

He tenido la inmensa suerte de poder ir a varios conciertos (quizá no a tantos como me hubiese gustado, y dejando a un lado los conciertos típicos de las fiestas de pueblo), y hoy me gustaría compartir con vosotros lo que se siente en el momento en el que asistes a un concierto de tu grupo favorito.

Sin embargo, esa experiencia os la contaré al final, pues antes quiero escribir sobre lo que se siente al ir, simplemente, a un concierto. En 2011 me fui con mi hermana a París a ver a 100 Monkeys (el anterior grupo de Jackson Rathbone, para los que se pierdan) porque fue una gran oportunidad para ver a este hombre en persona (soy un caso porque vino dos veces a España antes de eso y no pude ir a verle). Así que mi hermana y yo hicimos las maletas y nos fuimos a París, con resfriado incluido, e hicimos cola desde las cinco de la tarde hasta las ocho que empezaba el concierto... Normalmente en las colas se suelen hacer amigos, pero en este caso no fue así porque nadie hablaba español y nosotras no entendemos el francés, por lo que nos saltamos esa parte. Una vez dentro tuvimos que escuchar a los teloneros (eso pasa siempre, o casi siempre) que no recuerdo quiénes eran, solo sé que eran un chico y una chica de Boston. Ahí es nada. Y finalmente salieron ellos, y cantamos, sudamos, saltamos y gritamos, y yo no pude apartar la mirada de Jackson por más que lo intenté. Pero sí, esa emoción, esos nervios justo cuando ya estás en la sala y  faltan apenas diez minutos para que salgan... Esas sensaciones son tan preciadas y tan gratificantes, mejores que mil tratamientos de spa juntos, seguro.

El año siguiente fui a ver al grupo FUN con una amiga a Barcelona, y aunque no hicimos tantas horas de cola no estuvimos menos de dos horas, eso seguro. Se hizo en la Sala Bikini, por lo que era en un sitio pequeño y no había demasiada gente (aunque luego la sala se llenó hasta los topes), pero también nos lo pasamos genial porque el cantante es un cachondo y tiene una energía inagotable. En este caso también vimos a los teloneros, que eran Walk The Moon (de estos sí me acuerdo), y aunque normalmente por los nervios apenas se les hace caso, este grupo tiene unas cuantas canciones geniales, como Tightrope

El año pasado mi amiga Juani (de la que os hablé en este post y de la que os hablaré próximamente con más detenimiento) me invitó a ir con ella a ver a Modà, un grupo italiano que conozco gracias a ella, y así aprovechar para conocernos en persona (después de estar casi más de cuatro años hablando online). En este caso no hubieron teloneros y tampoco hicimos cola, fue todo muy rápido, pero nos lo pasamos de maravilla. Es cierto que no cantaron mi canción preferida, Ti amo veramente, pero se los perdono porque este grupo hace un directo genial, como pocos. 

JON BON JOVI Y RICHIE SAMBORA
Ahora os hablaré del concierto que más he disfrutado y vivido, y que volvería a vivir sin dudarlo ni un solo segundo. En 2008 me enteré de que Bon Jovi (mi grupo favorito del mundo entero) hacía gira mundial y que pasarían por España, concretamente por Barcelona. Se trataba de la gira Lost Highway, un disco que tanto a mi hermana como a mí nos encantó, y decidimos ir las dos a l'Estadi Olímpic de Barcelona a ver a Bon Jovi en directo. Admito que fue mi hermana la que tuvo que levantarse a las siete de la mañana para poder comprar las entradas porque yo ese día estaba en el instituto, pero al final las conseguimos después de mucho esfuerzo y estrés (sí, esa es la parte mala de un concierto al que te mueres por ir). Una vez allí, el 1 de junio de 2008, (y después de horas y horas de cola) también tuvimos que ver a los teloneros, que en ese caso fueron Savia (si no me equivoco ahora se llaman Sober) y No Way Out, que por aquel entonces me encantaban. Como no podía ser de otra forma Bon Jovi se hicieron esperar una buena media hora, pero cuando salieron al escenario, sinceramente, yo pensaba que se iba el estadio abajo. Todo el mundo comenzó a gritar, a saltar y a empujar, y yo, a mis quince años, pensé que moriría allí dentro. Pero lo cierto es que no lo pude disfrutar más. Como ya me imaginaba, lloré a mares cuando cantaron Bed of Roses, pensé que me iba a estallar la garganta al cantar a grito pelado Have a nice day y me quedé afónica sin remedio. Pero bien contenta. 

L'ESTADI OLÍMPIC DE BARCELONA
Sin pensármelo, y con los ojos cerrados, volvería a un concierto como ese, porque disfruté un montón y me lo pasé genial; solté muchísima adrenalina y ya os digo, salí de allí relajada y laxa como un fideo pasado de cocción. Si tenéis la oportunidad de ver a vuestro grupo favorito en concierto, os aconsejo que no la desaprovechéis porque es una de esas ocasiones que, al menos en mi caso, solo he podido vivir una vez (Bon Jovi ha venido a España en dos ocasiones más después de eso y no pude ir a verles de nuevo). Ahora, si vuelvo a tener la ocasión ni lo dudaré; me plantaré allí donde se haga el concierto y volveré a llorar, a gritar, a saltar y a quedarme afónica sin importarme lo más mínimo porque, sinceramente, es una experiencia única. 

¡Hasta pronto!

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