lunes, 26 de septiembre de 2016

The Beatles: Eight Days a Week, the touring years

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El lunes pasado tuve la oportunidad de ir al cine a ver The Beatles: Eight Days a Week, the touring years, el nuevo documental de Ron Howard que trata, tal y como dice el título, sobre los años en los que los Beatles salieron de gira por todo el mundo. A la vez, explica los inicios de la banda de Liverpool así como parte de su historia (gran parte de ella ya conocida y muy pocas cosas desconocidas).

He visto varios documentales de los Beatles y, a pesar de que este no es el que más me ha gustado, salí del cine encantada. Antes que nada porque nunca había visto a los Beatles en pantalla grande y tener la oportunidad de hacerlo fue genial. También me gustó que los testimonios que aparecen en el documental no se limitaran a ser los propios Beatles o gente relacionada con ellos, sino que me sorprendió gratamente ver, por ejemplo, a Whoopi Goldberg o a Sigourney Weaver hablando sobre sus años mozos en los que eran fan alocadas de los Beatles. 

Aparte de eso, el documental muestra de una forma muy clara la locura que los cuatro de Liverpool desataban en las jovencitas (y en las que no lo eran tanto también, no mintamos a estas alturas), y llegó un momento en el cine en el que incluso me sentí agobiada al escuchar tanto griterío. Pero por otra parte ese punto me encantó porque fue como estar dentro del documental, dentro de esa época y dentro de todo el embrollo que rodeaba contínuamente a los Beatles. Lo que aprecié mucho de cara al trabajo de Ron Howard fue que no intentó edulcorar nada, que parece (o al menos a mí me dio esa impresión) que buscó contar las cosas tal y como sucedieron. Me refiero al hecho de explicar, por ejemplo, que llegó un punto en el que los propios Beatles querían "dejar de ser" Beatles porque estaban sobrepasados por lo que ellos mismos habían creado. A ver, es una historia que ya se sabe y que a los que conocemos bien al cuarteto no nos sorprende (porque luego están los que dicen ser fans pero ni siquiera se han molestado en buscar información sobre ellos y continuan creyendo que todo era miel sobre hojuelas), pero por lo menos yo aprecio que en un documental que pretende ser serio sea también riguroso y verídico. 

Hubo un momento en la sala en la que me di cuenta (en realidad ya lo sabía pero en ese momento se puede decir que lo viví (porque yo soy muy intensa para estas cosas)) del poder de atracción que tienen los Beatles aún ahora, cincuenta años después, y sobre todo en el sentido de la diferencia de edad que había entre unos espectadores y otros. A mi lado había un señor de unos sesenta y tantos años que, de verdad, cantó todas las canciones que salieron en el documental de cabo a rabo; había adolescentes, gente más adulta, gente joven... Y todos estábamos ahí por un mismo motivo: por ver, por disfrutar y por conocer más a los Beatles. Me gustó en especial un momento del final, cuando salían los créditos y sonó, obviamente, Eight Days a Week y toda la sala nos pusimos a cantarla. Fue algo muy bonito y muy sentido para mí.

Así que por mi parte salí del cine muy satisfecha; me reí un montón con según qué cosas (sobre todo con las bromas del señor Lennon) y me encantó poder disfrutar de un trocito del concierto que ofrecieron los Beatles en el Shea Stadium de Nueva York porque fue como estar allí. Además, para una fan como yo nunca está de más conocer más detalles de la vida diaria o de las agotadoras giras de la banda de Liverpool, por lo que no puedo pedir más. ¿Lo recomiendo? Sí, mucho, y más si sois seguidores de los Beatles porque seguramente lo disfrutaréis el doble.   

Ya sé que la semana pasada no hubo entrada pero me estuve instalando en mi nueva casa (porque me he mudado como ya os conté hace unas cuantas semanas), no tenía muchas ganas de ponerme delante del ordenador a escribir, tampoco tenía mucha inspiración y porque este fin de semana me he ido a hacer un viaje exprés a Castellón que ha sido una maravilla. Por mi parte intentaré continuar con la rutina de publicar una entrada a la semana, pero si no pues nada, habrá entrada cuando pueda y cuando tenga algo decente que contaros, claro. 

¡Nos leemos pronto! 🍭  

martes, 13 de septiembre de 2016

Ha sido un buen verano

Port d'Andratx (Mallorca)
Falta una semana y poco para que tengamos que despedirnos del tan ansiado verano, pero haciendo una visión retrospectiva del mío me he dado cuenta de que no ha sido bueno; ha sido fantástico. No tenía nada en concreto pensado para hacer, más que nada porque creía que me lo iba a pasar trabajando y poco más. Y a pesar de que así ha sido, también he hecho muchísimas cosas geniales en estos dos últimos meses. La mayoría de ellas ya las sabéis porque os las he ido contando poco o mucho y otras me las guardo celosamente para mí porque soy una egoísta (ñej). 

Mi verano comenzó el 2 de julio, justo cuando fui al Barcelona Beatles Weekend del que os hablé en esta entrada, y por aquel entonces todavía no tenia ni idea de las cosas geniales que me quedaban por hacer. Vale, sí, la mayoría de esas cosas están relacionadas con cierto grupo de música que conocí precisamente en el BBW (ejem, Flaming Shakers/Los Átomos, ejem) porque por él me he movido un montón últimamente, pero también he visitado otros lugares y he estado mucho tiempo en Barcelona, cosa que me ha hecho mucho bien anímicamente hablando.

Un día fui a Empúries y a l'Escala, dos pueblecitos costeros preciosos y pasamos el día en la playa; sin quererlo ni beberlo gané dos entradas para visitar el parque de atracciones Tibidabo al que nunca había ido y eso que soy de Barcelona y me gustó bastante, me lo pasé muy bien allí. He ido poco a la piscina, eso sí que me da rabia, pero en cambio he pisado bastante la playa en comparación con otros años en los que ni siquiera la había visto. Como ya os he dicho antes he ido a un montón de conciertos, y a algunos he ido casi sin pensármelo, medio a lo loco, y para mi sorpresa siempre ha salido todo bien. Tenía pensado irme a Liverpool con mi hermana a principios de este mes pero al final por una cosa y por otra terminamos yéndonos tres días a Mallorca (a Liverpool nos iremos el año que viene SÍ o SÍ). Nos lo pasamos de maravilla, fueron tres días intensos y de no parar de movernos,pero no me arrepiento de nada; al contrario, volvería a vivirlos una y otra y otra vez.

En este tiempo he conocido a gente genial y a gente que no lo es tanto, me he reído muchísimo, he llorado en alguna ocasión y me he muerto de rabia en otras, pero haciendo balance pesan mucho más las cosas buenas. También ha sido un verano de... autodescubrimiento. He conocido una faceta mía que desconocía (qué vergüenza, después de casi 24 años viviendo en el mismo cuerpo y la misma mente) y he descubierto qué quiero y qué no quiero en mi vida y en mi futuro. He meditado mucho, he tomado decisiones, algunas más difíciles que otras y he decidido avanzar sin detenerme a pensar mucho en las consecuencias. Ha sido un buen verano. 

Por ahora solo me queda esperar que el otoño traiga, por lo menos, la mitad de cosas buenas que su antecesor y que el final de las vacaciones no os haya supuesto mucha tristeza; en menos de un año volveremos a tener el verano aquí y ni siquiera nos daremos cuenta, seguro.

¡Nos leemos pronto! 🐚            

lunes, 5 de septiembre de 2016

De despidos y nuevas oportunidades

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Todo lo que empieza acaba en algún momento, al igual que las cosas buenas. A mí se me terminó el contrato laboral la semana pasada y no me lo han renovado. He de admitir que me sentí algo triste cuando me enteré pues, a pesar de que se trataba solo de un contrato de verano, existía la posibilidad de que al final del mismo me renovaran por unos cuantos meses más y al final no ha sido así. Luego siempre vienen los porqués, claro; ¿por qué no me han renovado? ¿Por qué han decidido despedirme? ¿Tan mal lo he hecho en estos meses como para que no quieran alargarme el contrato? 

Pero la entrada de hoy no va a tratar sobre eso porque no creo que merezca la pena. No soy la primera persona del mundo a la que no le renuevan un contrato laboral y por desgracia no seré la última; así que sí, estuve triste durante unos días pero ahora ya está. ¿Y sabéis por qué? Porque tengo la sensación de que el hecho de que no me renueven el contrato significa también que puedo hacer otras cosas. Que debo hacer otras cosas. Como por ejemplo marcharme de donde vivo para buscar nuevas oportunidades lejos (no muy lejos tampoco, pero no aquí). No quiero seguir viviendo aquí, eso es un hecho, por lo que voy a irme unos cuantos meses a probar suerte en otra parte, en otra ciudad que me gusta más y en la que me encuentro más a gusto. 

Tengo la grandísima suerte de poder hacerlo, de tener un lugar en el que quedarme y de poder buscar nuevas oportunidades laborales y eso me tiene realmente emocionada. Voy a buscar un trabajo relacionado con lo que he estudiado y también buscaré trabajo en cualquier parte; en cualquier lugar en el que pueda ahorrar un poco y pagarme mis gastos sin tener que estar molestando a nadie (más de la cuenta). Quizá no saldrá bien, quizá no funcionará, pero al menos lo habré intentado y me sentiré un poquito más satisfecha conmigo misma. Al menos me quitaré de encima la sensación de fracaso que suele acompañarme en estas situaciones y me despejaré de los malos pensamientos que me acosan a veces y que me acosaron durante los primeros seis meses de este año. 

Me gusta pensar que el hecho de que se me haya acabado ya el contrato y no me lo hayan renovado es el empujón que necesito para atreverme a dar el paso hacia delante que lleva ya tanto tiempo rondándome por la mente, y sé que si no lo hago ahora no lo haré nunca. Creo que ahora es el momento, que no habrá ninguno mejor que este, y si sale bien me lo agradeceré a mí misma toda la vida. Sé que los comienzos son duros, nada suele salir bien a la primera y nada va acorde con lo que planeamos normalmente, pero quiero tomarme esta etapa con optimismo y con alegría, y que pase lo que tenga que pasar. A veces ni siquiera nos imaginamos todo lo que la vida nos tiene preparado, tanto bueno como malo, y está claro que si no somos nosotros quienes nos movamos nadie más lo hará. Desde luego nadie nos va a dar nada hecho y mucho menos si es algo que nos interesa principalmente a nosotros. Por eso voy a hacer las maletas y voy a probar suerte en otra parte; ya os contaré mis peripecias, mis aventuras y mis desventuras. 

Por lo pronto esta semana me voy de vacaciones y espero tener algo decente que contaros para la semana próxima, pero si no es así tranquilos, que tarde o temprano volveré por aquí para contaros cualquier cosilla que se me pase por la cabeza.     

¡Nos leemos pronto! 🍭

viernes, 2 de septiembre de 2016

Carta de una desconocida

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¡Hola! Ya sé que llevo lo de publicar entradas un poco descontrolado pero últimamente tengo muchas cosas en la cabeza y suelo estar poco en casa, por lo que se me acumulan las ideas y las entradas y cuando quiero darme cuenta ya ha llegado el viernes y no tengo ni la entrada de esa semana escrita. Intentaré ponerle remedio pero no prometo nada, así que lo único que puedo deciros es que intentaré tener una entrada lista cada semana pero no sé qué día; veré si vuelvo a la rutina poco a poco y me ordeno. 

Dejando las cosas aburridas a un lado, hoy me apetece mucho hablaros de un libro del que ya os hablé en esta entrada pero lo hice de manera muy breve, sin ahondar demasiado en su contenido. Se trata del libro Carta de una desconocida, escrito por el autor austríaco Stefan Zweig en el año 1922, hoy en día considerado el libro más conocido del escritor. Me he decidido a escribir una entrada exclusivamente sobre él porque, a pesar de que lo había leído hará unos ocho años, volví a releerlo la semana pasada y consiguió llegarme tanto o más que la primera vez y me hizo sentir mucho más que entonces. 

La trama de la novela es muy sencilla: trata de una mujer que ha estado toda su vida enamorada de un hombre que apenas sabe ni que existe. Ella es una mujer perdidamente enamorada que convierte su amor en su principal razón de existencia mientras que él es un hombre bueno pero sin ataduras que vive su libertad ajeno a todo lo que ella siente. El libro está escrito en forma de carta, de la carta que ella le escribe una vez está segura de que él ya no podrá encontrarla. No os quiero revelar mucha cosa de la trama porque me gustaría que la descubriérais poco a poco (además que es un libro muy cortito, solo tiene 72 páginas), que pensarais en ella y que intentarais sentiros como la protagonista de la historia. 

He de admitir que mientras lo iba leyendo en el autobús tuve ganas de ponerme a llorar varias veces (anda, Romi llorando, ¿quién iba a decirlo?) a medida que leía cómo se iba sintiendo ella cada vez que se topaba con él y este no la recordaba, pero en concreto hay una escena descorazonadora casi al final que hace que al lector le den ganas de levantarse (en el caso de que esté sentado) y ponerse a gritar de la frustración. No es un libro alegre y romántico, eso os lo digo desde ya, pero es tan sencillo y tan directo que merece muchísimo la pena leerlo porque de verdad que es una de esas novelas que se quedan con uno para siempre. 

Y creo que esta vez me ha impactado más, por decirlo de algún modo, porque no es lo mismo leer un libro de este tipo con quince años que con veintitrés. No es que entienda a la protagonista perfectamente porque tenemos puntos de vista diferentes y su forma de ver las cosas no casa precisamente con la mía (y desde luego porque el libro se escribió hace casi cien años, casi nada), pero el hecho de que pueda hacerme sentir una mínima parte de su tristeza y su congoja consigue que empatice mucho con ella y que, de alguna forma, pueda llegar a comprenderla.

Por si os decidís a leerlo, debéis saber que Carta de una desconocida se llevó al cine en el año 1948 de la mano de Max Ophüls y fue protagonizada por Joan Fontaine y Louis Jourdan. No he visto esta adaptación todavía, pero por lo que he leído es bastante diferente de la novela así que no sé si me atreveré a verla. Por otra parte, en 2004 se estrenó Carta de una mujer desconocida, una adaptación china de la novela que tampoco he visto aún pero que me atrae más que la de 1948 simplemente por las buenas críticas que tiene. De todas formas, si me animo a ver alguna de ellas ya os contaré mi opinión.

Así que nada, si os apetece una lectura ligera y cortita para este final de verano os recomiendo muchísimo este libro, y si decidís hacerme caso, espero que me lo contéis. 

¡Nos leemos la semana que viene! (Espero) ✨